Cuidado de tus pacientes
El final de la década de los 70 fue un periodo de gran incertidumbre para los médicos veterinarios y dueños de perros, especialmente cachorros ¿La razón? Se comenzaron a observar brotes de gastroenteritis hemorrágica en perros domésticos alrededor del mundo. Estos perros caían severamente enfermos, sin causa aparente, y en la mayoría de los casos la enfermedad era fatal. En 1979 se aisló el agente causal: el parvovirus tipo 2 o CPV2. Afortunadamente, una vacuna efectiva se desarrolló rápidamente y este virus pasó de ser una infección mortal a una enfermedad prevenible. Es por esta capacidad aminorar y prevenir el efecto de las enfermedades infecciosas en nuestros animales que la vacunación es la piedra angular de la medicina preventiva y los médicos veterinarios debemos actualizar nuestras prácticas para asegurar el bienestar de nuestros pacientes y la satisfacción de sus propietarios.
Al contrario de lo que muchos puedan pensar, la determinación de qué biológicos son apropiados para la mascota y con qué frecuencia se deben de aplicar no es una decisión sencilla. La vacunación no es un proceso industrial que sigue pasos “1, 2 y 3” para todos los pacientes por igual, sino que se debe considerar como un procedimiento clínico, que trata con seres vivos diferentes entre sí. Los biológicos se deben de administrar considerando los factores de riesgo y los beneficios individuales del animal. Por ejemplo:
Pero el mayor beneficio de individualizar los esquemas de vacunación es que se promueve la confianza entre el dueño y el veterinario. Esto ayuda a que el dueño este más abierto a los consejos e indicaciones del médico veterinario para mantener el bienestar de la mascota.
Se recomienda hacer una evaluación clínica completa del paciente, tomando en cuenta su historial médico, estado de salud actual, hábitos de los dueños y estilo de vida del paciente. Al igual que con cualquier procedimiento médico, se debe explicar al cliente tanto los beneficios como los riesgos asociados con las vacunas. Mantener una conversación honesta y detallada con el dueño ayuda a obtener información de valor sobre la mascota y a cultivar una relación de confianza médico-propietario.
Es importante practicar la escucha activa durante la consulta
a) Primovacunación: Recopilar la mayor información posible sobre los antecedentes del cachorro y su estado de salud actual. Es importante obtener datos sobre el estado de salud actual de la madre y durante los períodos de preñez y lactancia. Son importantes los detalles sobre su historial de vacunación y nutrición, al igual que si tuvo buena actitud materna, si se llevó a cabo desparasitación preventiva, entre otros, ya que de esto depende la capacidad protectora de la inmunidad pasiva transmitida en el calostro (Anticuerpos maternos). Sobre el cachorro es importante saber su origen, es decir, si se obtuvo es de criadero, refugio o casa. Si es posible investigar si recibió calostro durante las primeras 24 horas de vida, si se alimentaba de manera adecuada y tiene el tamaño esperado para su talla y edad.
Con esto podemos evaluar el estado inmune del paciente y así decidir el momento adecuado para la aplicación de las vacunas. Recordemos que los anticuerpos maternos son los encargados de neutralizar a los patógenos que un cachorro es expuesto durante las primeras semanas de vida. Desafortunadamente, estos anticuerpos se van degradando y llegan a un nivel en el que no son lo suficientemente altos para para proteger al cachorro, pero sí tienen la capacidad de inhibir la efectividad de las vacunas. A esto se le conoce como ventana de susceptibilidad.
Ventana de susceptibilidad
Por esta razón se recomienda iniciar con la vacunación a las 6 semanas de vida. Se ha calculado que a esa edad inicia el descenso de los anticuerpos maternos (AM) y que el sistema inmune del cachorro ha alcanzado un nivel de maduración considerable para responder al estímulo vacunal adecuadamente. Aunque no es posible predecir con precisión el inicio de la inmunocompetencia, ya que depende de la presencia de los anticuerpos maternos. El descenso de los AM termina alrededor de las 16 semanas de vida en la mayoría de los cachorros.
En algunos casos se inicia la vacunación desde las 4 semanas de edad, como en la medicina de refugio, cuando se maneja a un cachorro huérfano o se sabe que no recibió calostro adecuado en las primeras 24 horas de vida. Esta práctica es controversial si se toma en cuenta que a esta edad el sistema inmune es inmaduro y no se puede predecir su respuesta al estímulo vacunal. Como práctica alternativa se pueden aplicar inmunoestimulantes inespecíficos y suplementar la alimentación con sustitutos de leche formulados con ingredientes de alto valor nutricional, como concentrado proteico del suero de la leche (WPC), grasa de la leche como fuente de lípidos y premezcla de vitaminas y minerales.
Concentración De Anticuerpos
b) Refuerzo en perros adultos: si es paciente nuevo preguntar sobre su origen, protocolos preventivos anteriores, enfermedades previas solucionadas o crónicas, si ha tenido alguna reacción de hipersensibilidad a medicamentos o a vacunas. Si es posible, conseguir el expediente médico del veterinario anterior. Al igual que en los cachorros, la edad también es un factor de gran importancia para la determinación de la aplicación de refuerzos vacunales, debido a que entre los 6 y 9 años los perros experimentan un deterioro gradual del sistema inmune provocado por el avance natural de la edad. Implica tanto a la capacidad del huésped para responder a las infecciones como al desarrollo de la memoria inmune a largo plazo, especialmente mediante la vacunación. A este periodo se le llama inmunosenescencia.
Cambios Importantes En El Sistema Inmunológico Del Perro
Dependiendo de su grado de riesgo, los pacientes gerontes pueden necesitar refuerzos vacunales extras o se puede decidir no aplicar ninguno para evitar estrés.
c) Hábitos del dueño: si trabaja desde casa o realiza viajes nacionales o extranjero, si la mascota lo va a acompañar o hará uso de pensiones, entre otros datos., como el caso de las vacunas que estimulan la inmunidad contra enfermedades del complejo respiratorio canino (Bordetella bronchiseptica, parainfluenza e influenza canina) ya que el riesgo de infección aumenta considerablemente en lugares donde conviven varios perros. Otro dato importante es si acostumbra a pasear al perro o lo deja deambular a voluntad ya que agentes infecciosos, como las leptospiras, se encuentran en el medio ambiente como fuentes de agua y, además, debido a hábitos de comportamiento como olfateo y lengüeteo, se favorece la transmisión entre congéneres.
d) Estilo de vida del perro: Es conveniente recopilar información sobre el fin zootécnico, nutrición y animales con lo que convive. Esta información nos ayuda a determinar el grado de riesgo de infección y por lo tanto el intervalo entre refuerzos vacunales, por ejemplo, un cachorro que vive con más animales y/o que frecuenta focos de infección antes de terminar con el esquema de vacunación puede necesitar refuerzos de las vacunas esenciales cada dos semanas, mientras que un cachorro que sabemos no va a ser expuesto a otros animales puede recibir refuerzos cada 3 o 4 semanas.
De la misma manera, información sobre posibles viajes y medio ambiente en el que se desarrolla la mascota nos ayuda a determinar qué vacunas necesita, además de las esenciales. Un ejemplo muy común es la aplicación de la vacuna contra la Bordetella bronchiseptica ya que el riesgo de infección aumenta para los animales que pasan tiempo en pensiones o estéticas. Pero ¿Sabías que hay una vacuna contra la picadura de la serpiente de cascabel? Esta puede ser de gran utilidad en estados norte y noroeste del país, donde hay poblaciones importantes de dicho reptil y se aplica a cualquier perro mayor a cuatro meses de edad que tenga riesgo de exposición, ya sea en casa, caminando, acampando, cazando o en cualquier otro lugar. También se ha desarrollado una vacuna contra la leishmaniosis, que es endémica en países de Sudamérica como Brasil.
Los hallazgos del examen físico nos ayudan a determinar si el animal está sano o a detectar y tratar enfermedades subyacentes. Se recomienda aplicar biológicos sólo a animales sanos, ya que presentan una respuesta inmune adecuada al estímulo vacunal. Dicho esto, si el riesgo de infección es muy alto se puede aplicar la vacuna y tratar la enfermedad, siempre y cuando se esté consciente que la respuesta inmune no es igual de eficiente que en un animal sano.
Impulsada por las preocupaciones de los profesionales y el público sobre la seguridad de las vacunas para animales de compañía, la profesión veterinaria ha actualizado sus directrices y recomendaciones sobre su administración dentro del contexto de la práctica veterinaria moderna. Gracias a estos cambios hoy en día los médicos veterinarios contamos con las herramientas necesarias para ofrecer planes de medicina preventiva adecuados a nuestros pacientes, así se mantiene el bienestar de las mascotas y la alegría y confianza de sus propietarios.
Bibliografía: